Chile: La estrategia energética para el calor y el frío

El 36 por ciento de la energía en nuestro país se utiliza por motivos térmicos en fines tan disímiles como la cocción de alimentos; climatización; pasteurización de productos o fundición de metales, entre otros. Con tan amplia gama de usos, resulta un verdadero desafío impulsar una Estrategia que permita ocupar combustibles más sostenibles y reducir las carencias de la población, en lo que se ha denominado el sector de calor y frío.

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Chile está embarcado en convertirse en carbono neutral al 2050. Para alcanzar ese objetivo se deben hacer numerosos ajustes en diversas áreas. Una de ellas, es la creación de una política pública que aborde el calor y el frío desde el punto de vista de la energía. Esta Estrategia contempla una serie de lineamientos que permitirán el desarrollo y mejoramiento de las competencias de este sector; la incorporación de energías sostenibles, el establecimiento de regulaciones y la necesaria información y difusión.

Pero, ¿Qué es la Estrategia nacional de calor y frío?

El uso de la energía para producir calor y frío está presente en la mayoría de las actividades humanas. Por ejemplo, en el hogar para cocción y conservación de alimentos, agua caliente sanitaria, calefacción y enfriamiento de espacios. En las industrias para refrigeración, secado, pasteurización, fundición, entre otros procesos.

Sin embargo, y a pesar de que es vital mantener el hogar a temperaturas adecuadas, no todas las personas pueden suplir esa necesidad. Se calcula que 50 millones de europeos se encuentran en situación de pobreza energética. Es decir, no pueden mantener calefaccionada adecuadamente sus viviendas. En la Encuesta de Energía de 2016, casi uno de cada cuatro chilenos y chilenas declaró que pasaba frío en invierno. La cifra transparenta una dolorosa y poco difundida realidad nacional.


La Estrategia pretende alcanzar tres metas al 2050: que el 80 por ciento de la energía para el calor y el frío provenga de opciones sostenibles; reducir en un 65 por ciento las emisiones de gases de invernadero del sector, y que el 75 por ciento de la población satisfaga sus necesidades de este tipo. En los dos primeros objetivos se consideran resultados intermedios que deberán cumplirse al 2030. Para lograr lo anterior, se potenciará la electrificación de la demanda reemplazando combustibles fósiles y leña húmeda o de baja calidad, entre otras iniciativas.

Queda un camino largo por recorrer. Esto porque, si bien, Chile ha avanzado a pasos agigantados en el establecimiento de políticas energéticas, al sector térmico no se le ha dado la importancia necesaria considerando su gran impacto: representa el 36 por ciento de los usos energéticos. De hecho, ocupa el segundo lugar después del transporte que cubre el 44,6 por ciento de los requerimientos. Por esta situación, las carencias asociadas a las necesidades de calor y frío son difusas todavía. Pero su impacto no lo es, a nivel mundial se estima que es responsable del 40 por ciento de las emisiones globales de CO2, principalmente de procesos industriales, que alcanzan a la mitad del consumo térmico total.

Para dar una idea del desafío que implica impulsar esta Estrategia, entre las principales brechas que limitan la eficiencia y sostenibilidad de estos usos, se encuentra la baja presencia de fuentes de calor sostenible. Se suma, la escasa eficiencia térmica en el sector residencial, tanto de equipos para calefacción como en la construcción. En este último caso, declara el informe, un 23 por ciento de las viviendas dispone de aislación en techo y muros, y un 14 por ciento solo en el techo.


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