De la eficiencia energética a la energía sostenible

Hace poco más de 10 años la eficiencia energética no era tema en nuestro país. Pero hoy, mayoritariamente, elegimos nuestros electrodomésticos, autos y hasta las ampolletas tomando en cuenta el etiquetado que los acompaña. Esta práctica común de la población no tiene un correlato masivo en la industria, que sigue en deuda con la incorporación de sistemas de gestión de energía en sus procesos.

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Fue en 2005 cuando partió tímidamente en Chile el Programa País de Eficiencia Energética con poco presupuesto y un equipo muy reducido. Ahora ya existe un Ministerio de Energía y una Agencia que -con participación pública y privada- es el brazo ejecutor de las políticas en este ámbito.

"Somos líderes regionales en etiquetado con cerca de 30 artefactos; contamos con cuatro estándares mínimos para ampolletas, aire acondicionado y motores de hasta 10 HP; tenemos etiquetado vehicular, y desde el 2000 se construye con criterios de eficiencia energética", declara Ignacio Santelices, Director de la Agencia de Sostenibilidad Energética.

Expresa, asimismo, que según la encuesta nacional de energía, el 90 por ciento de la población ha incorporado la eficiencia y desarrolla algunas prácticas en su vida diaria. Dice que hoy, el consumidor de energía no solo está preocupado "de cómo consume sino de qué energía consume".

En ese sentido, explica se ha acuñado un concepto más amplio que engloba la eficiencia energética y las energías renovables. Se trata de energía sostenible, que es el nuevo enfoque que se le está dando a esta temática desde la Agencia. Es decir, "que la gente use bien la energía; que consuma lo justo y necesario, y que ese consumo venga de fuentes limpias y eficientes", manifiesta.


Marco regulatorio

Ignacio Santelices añade que si bien en la población chilena la práctica de la eficiencia energética es más extendida, en el sector productivo aun es caso a caso, aunque destacan el retail y las papeleras.

Indica que de las industrias se espera que tengan una preocupación permanente por usar bien la energía, “que cuenten con sistemas de gestión de energía, que tengan personal capacitado y utilicen bien los equipos de manera de bajar el gasto. No se trata de cambiar todo de una vez sino de estar haciendo mejoras permanentemente”, plantea.

Cita el caso de Japón, donde disponen de una ley que no tiene sanciones asociadas a su cumplimiento, pero que siendo voluntaria funciona. Esta norma señala desde hace cuarenta años que deben reducir un uno por ciento el consumo anual y, efectivamente, así ha ocurrido.

Ese compromiso de la industria japonesa es lo que se quieren incentivar a través de un marco regulatorio en nuestro país. Es así que desde agosto del año pasado, se encuentra en el Congreso un proyecto de ley que busca que las grandes empresas (unas 150, que consumen un tercio de la energía del país) incorporen la eficiencia energética como parte de sus prácticas habituales. Con ello, reducirían sus emisiones e impactos y aumentarían su productividad y competitividad.

Al 2040 se proyecta que, a nivel mundial, el 44 por ciento de la reducción de emisiones sea por eficiencia energética y un 36 por ciento por el uso de energías renovables. Una necesaria alianza entre ambas variables para mantener el calentamiento global bajo los 2 grados en el planeta.


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