Mirada tecnológica
Hacia un cemento más amigable con el medioambiente
El concreto es el material más utilizado que ha fabricado el ser humano. Sin embargo, en la producción de uno de sus elementos esenciales, el cemento, se genera casi el 8 por ciento de las emisiones de CO2 a nivel mundial. Es por ello que se buscan fórmulas para reducir sus efectos contaminantes.
Desde hace unos seis mil años que se mezcla arena, gravilla, caliza y otros áridos, además de agua, para edificar. En la antigüedad, en Egipto y en Roma se erigieron importantes construcciones con hormigón. Sin embargo, la evolución de la forma cómo se produce cemento genera gran cantidad de contaminantes, incompatibles con los actuales compromisos para detener el cambio climático.
El clinker está formado por pequeños gránulos que se crean a partir de la calcinación en hornos, de caliza, y arcilla -fundamentalmente- a temperaturas cercanas a los 1.500ºC. Una vez enfriado, se muele y se mezcla con yeso u otros productos. De este proceso se obtiene el cemento portland, el más común, que es la base fundamental del concreto, uno de los mejores materiales de construcción.
Elaborar cemento no solo implica extraer piedras de canteras levantando mucho polvo; también se requiere un alto consumo de energía para calcificarlo mientras que el proceso químico de fabricar clinker emite altos niveles de CO2.
La producción de este material ha aumentado más de treinta veces desde 1950. El sudeste asiático representa la mayor parte del incremento desde la década de los 90 y las proyecciones mundiales no dejan de preocupar. Se calcula que las áreas edificadas mundo se duplicarán en los próximos 40 años. Actualmente, China elabora alrededor del 55 por ciento del cemento mundial y lo hace usando carbón como combustible.
Es por ello, que se le está exigiendo a la industria cementera reducir en un 16 por ciento sus contaminantes al 2030. La respuesta ha sido sustituir combustibles fósiles y mejorar la eficiencia energética. Asimismo, se avanza en la creación de cementos `verdes´ que usan materiales sustitutos y combustibles alternativos reduciendo el requerimiento de clinker.
Nuevas soluciones
La visión que se va cimentando en el planeta, es la de modificar cómo se desarrolla una parte importante de nuestras actividades. En ese sentido, también se requiere replantear la forma en la que se construye.
Ya no solo se trata de incorporar plantas más eficientes energéticamente, reciclar hormigones, usar combustibles bajos en carbono o capturarlo. Varias starup están planteándose otras soluciones, como producir cemento neutro o negativo en carbono. Una de las opciones es crearlo con microalgas. Es decir, mediante el empleo de piedra caliza producida por estos microorganismos calcáreos a través de la fotosíntesis. El resultado es similar al coral, el que -además- captura dióxido de carbono de la atmósfera.
Recientemente la empresa norteamericana Prometheus Materials anunció que había desarrollado un biocemento con algas verdeazules, las que pueden cultivarse con luz solar, agua de mar y CO2. Señalaron que, inspirándose “en la composición del coral y las conchas marinas, cultivamos un biocompuesto orgánico que tiene las cualidades del hormigón pero sin el carbono”. Prometheus está integrado por profesores de biotecnología e ingeniería de la Universidad de Colorado Boulder.
La empresa ya obtuvo ocho millones de dólares para comercializar bloques de biocemento y ha reforzado la esperanza de que se puedan desarrollar nuevos materiales. De esta manera, la ruta clara hacia la sostenibilidad es que en los próximos años se construya con emisiones cercanas a cero.