La urgencia de que las mascarillas sean sustentables

¡El planeta se está cubriendo de mascarillas desechables! Cada minuto se eliminan tres millones de tapabocas y los podemos encontrar botados en calles, playas y en todas partes. Por esta razón, urgen propuestas que permitan alargar su tiempo de uso; permitir su reciclaje o su rápida degradación. De hecho, ya han surgido numerosas iniciativas al respecto, pero son aún insuficientes ante un problema medioambiental que no deja de crecer.

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Transcurrido un año y medio desde el inicio de la pandemia se cuenta con varias opciones de vacunas para el Covid-19. Sin embargo, no ha tenido celeridad la búsqueda de soluciones sobre qué hacer con la enorme cantidad de basura que genera esta nueva manera de vivir. Se calcula que mensualmente se eliminan 65 mil millones de guantes y el doble de mascarillas a nivel mundial. Esto sin contar los envases de alcohol gel y los empaques plásticos para miles de millones de productos comprados online.

Si nos referimos solamente a la mascarilla más usada: la de tres pliegues o quirúrgica, esta es fabricada con tela no tejida de polipropileno, compuesto químico derivado del petróleo o gas natural, que tarda más de 400 años en descomponerse. Previamente se fragmenta en micro y nano plásticos que pueden ser ingeridos por animales y personas. Pero aun antes de lo anterior, sus elásticos se pueden enredar en patas o cuerpos de animales terrestres o marinos, llegando incluso a asfixiarlos. Como consecuencia, la masiva utilización de estos protectores tiene en alerta a las organizaciones ecológicas.

Ante la inexistencia de políticas de Estado, se levantan por doquier iniciativas de reciclaje de tapabocas. En Francia, por ejemplo, a pocas semanas del inicio de la pandemia la empresa Plaxtil ideó una alternativa que ha ido ampliando. Recupera mascarillas, las que permanecen en cuarentena, para luego ser trituradas y desinfectadas con luz ultravioleta. Posteriormente las mezcla con un aglutinante y crea reglas, ceniceros, viseras y un sinfín de objetos prácticos.

El proyecto incluye, entre otros, la venta de una caja vacía que el usuario debe llenar con más de 500 mascarillas y luego entregarla. A vuelta de correo recibe ocho ceniceros de playa para recoger colillas. Otra opción es que las comunidades recuperen estos elementos de protección que luego son transformados en kits escolares.

Chile tampoco se ha quedado atrás en ideas. Los ministerios de Ciencias y Medioambiente junto a la Universidad de Concepción y la Asociación de Industriales Pesqueros, promovieron que los trabajadores botarán en contenedores sus mascarillas, reuniendo 145 kilos entre julio y diciembre del año pasado. Así, se fabricaron portavasos, maceteros y portalápices. De esta forma, la pesca Industrial es el primer sector productivo del país en reciclar estos elementos de protección.

Los buenos resultados incentivaron ampliar el piloto este año y duplicar la recolección. Asimismo, las empresas participantes asumieron los costos del tratamiento para darle continuidad al proyecto. A mediano plazo, la iniciativa desea alcanzar un modelo de circularidad.


Reutilizables y biodegradables

Si bien tienen un precio más elevado, existen en el mercado soluciones más amistosas con el medio ambiente. Se trata de alternativas de un solo uso que se degradan rápidamente u otras que se pueden usar y lavar durante todo el mes antes de desecharlas.

Es el caso de la compañía vietnamita Shoex que comercializa desde el año pasado una mascarilla biodegradable mensual. Fabricada de granos de café, afirman que elimina el 99 por ciento de las bacterias y ofrece protección UV. Opciones de tela y de origen nacional, declaran contener nanopartículas de cobre y resistir más de cuarenta o cincuenta lavados, algunas cuentan con certificación.

Las mascarillas son -por ahora- parte de nuestra vida y, es probable, que lo sigan siendo durante meses o años. Lo mismo ocurre con una serie de otros elementos de protección frente al coronavirus. Es por ello, que resulta urgente que los países adopten con prontitud definiciones para evitar la generación de miles de millones de toneladas de productos que podría dejar la pandemia para la posteridad. No hacerlo implica una vuelta atrás a décadas de avance en materia medioambiental.


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